Un años más, Guadalmez recibió con gran júbilo la
llegada de sus Majestades los Reyes Magos de Oriente, que hicieron su entrada
en el pueblo, montados a caballo para dirigirse hacia el templo parroquial y
adorar al Niño-Dios recién nacido. Allí, Gaspar, Melchor y Baltasar,
depositaron a los pies del Redentor, el oro, el incienso y la mirra que traían
como presentes, y a continuación montaron en sus carrozas, junto a sus pajes, para iniciar la
cabalgata por varias calles del pueblo, repartiendo caramelos y golosinas entre
los chiquillos, que con una gran ilusión y griterío daban, a su manera, la
bienvenida a sus majestades de Oriente. La Cabalgata terminó en el Centro
Social, como es costumbre, y los Reyes repartieron los regalos a los niños, y
no tan niños, que allí se habían congregado.
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